Estamos viviendo una inseguridad ante esta pandemia que no ha mostrado solución. El miedo es una respuesta natural ante el peligro. Una sensación desagradable que atraviesa el cuerpo, la mente y el alma. Puede ser por algo que sucedió, que está sucediendo o que podría pasar. No siempre está sujeto a la realidad. Puede ser una fantasía imaginada individual, familiar o grupal.
El cambio de paradigma implica un cambio de visión del mundo y de nosotros mismos. Este tema es difícil porque no se le puede poner allá, sino que de una u otra manera nos toca en forma personal. Ya no son los otros los que nos determinan sino que nos muestran nuestra responsabilidad en cada uno de las situaciones en que tomamos parte.
Somos únicos, también somos parte de una cadena generacional. Hay que darnos cuenta que venimos de nuestros ancestros y casi siempre llevamos una huella presente. Cuando vemos a un bebé en la familia, lo primero que pensamos es ¿a quién se parece? Cada quién le encuentra un parecido con algún familiar.
Aunque es único, ha sido formado con rastros de las generaciones anteriores, no sólo físicamente, sino que rasgos de carácter irán surgiendo al paso del tiempo: La salud, el acento, la sonrisa, la forma de sentarse o caminar. La abuela toma al biznieto en brazos y este que apenas tiene unas semanas de nacido sonríe. En ese momento Leo, padre del bebé comprendió que sucesos ajenos a la conciencia influyen en nuestras vidas.
No hay ninguna persona que se desarrolle fuera de su cultura, su ambiente y el paisaje familiar en el cual le ha tocado nacer. Ahora estamos sufriendo de la inseguridad que produce esta enfermedad que no tiene cura. Cualquier paisaje familiar trae integrado toda una historia social donde la memoria sigue viva, las experiencias, la tradición y algunos hábitos adquiridos en generaciones anteriores, están presentes en las conciencias de hombres y mujeres e influyen sobre sus comportamientos.
Dentro de ser únicos, estamos sujetos a la determinación social y familiar que el género, la cultura, las tradiciones y el momento histórico marcan. La vida pende de un hilo, y produce confusión. En esta situación, tenemos que vivir la inseguridad de lo desconocido, que se borda de miedos propios y heredados, reales e irreales. Hay que tener confianza, fe y esperanza. Diferenciar entre lo que tenemos que aceptar, y resolver lo que es factible.
Aquello que mis parientes cercanos tuvieron que hacer para acomodarse en la vida, es parte de mi subjetividad. Miedos, anhelos, deseos y costumbres, se transmiten generacionalmente adaptados a la realidad del momento. La salud, las oportunidades, las perspectivas, el acento, los modales en la mesa, la forma de platicar o discutir, son resultado de políticas ajenas que he hecho propias. Han contribuido para que sea una persona valiente o insegura, tranquila o intranquila. El destino no hace acuerdos, es un laberinto, cada quien tiene que recorrerlo como pueda y encontrar la salida
Mis recuerdos son imprecisos y deshilvanados, me confunden y pierdo la noción si eso me sucedió a mí o a mis ancestros. Sin embargo, muchas veces reacciono como si yo fuera el actor de esas historias y al forzar mi memoria, siento un dolor intenso. ¿Por qué? Abre los ojos mientras se esfuerza en recordar su lugar en la historia de su vida. Es posible desactivar aquello de lo cual nos hacemos cargo, pero no es nuestro.
Hay quien dice que nacemos como una hoja en blanco. Sin embargo ha sido comprobado que hay historias y personajes que ya están en esa página.
Mis recuerdos son imprecisos y deshilvanados, me confunden y pierdo la noción si eso me sucedió a mí o a mis ancestros. Sin embargo muchas veces reacciono como si yo fuera el actor de esas historias y al forzar mi memoria, siento un dolor intenso. ¿Por qué? Abre los ojos mientras se esfuerza en recordar su lugar en la historia de su vida. Es posible desactivar aquello de lo cual nos hacemos cargo, pero no es nuestro.
Que inseguridad. Me siento desnuda ante un mundo persecutorio, no puedo hacer nada. La tensión me agota. Que desasosiego al sentir, que desconsuelo si pienso. Soy el resultado de políticas ajenas que me han convertido en un ser temeroso y angustiado.
La novela, son grandes y descontroladas narraciones que no solo muestran la evolución de destinos personales, sino que reflejan la sociedad como en un espejo y tratan las cuestiones públicas del momento.
Mi padre tuvo que cancelar esos sentimientos pero quedaron dentro y se tuvo que venir a México porque no lo dejaron entrar a Estados Unidos con su hermano Lipe que estaba discapacitado. Sus padres lo dejaron en Varsovia y se fueron; como debió haber sido ese dolor que tuvo al ser abandonado a una edad joven. El se tuvo que hacer cargo del hermano mayor.
Vuelvo a comprobar que el individuo es producto de su historia familiar y que hay hechos que se repiten y no se les toma en cuenta. Al descubrir la se llegan a reconocer ciertos actos de nuestra vida que nos liberan de cargas que no nos pertenecen.
Hay que aceptar que estamos ante un proceso de pérdidas de ilusiones, de actividades laborales y sociales, tranquilidad y libertad, y esto duele mucho, lógicamente sabemos que tenemos que hacerlo, pero produce dolor y atenaza el miedo. ¿Así será para siempre?
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